sábado, 15 de julio de 2017

Este día, en su lecho, sobre su cuerpo

Amanece un cielo cristalino
De azules de inocencia memorable
De cuando ser niño era ternura
De cuando ser adultos era el más grande sueño
Amanece un cielo cristalino
Y en su inmensa bóveda encuentro el nombre de ella
Un nombre que no se escribe con letras
Sino con brisa fresca y presagios de dicha incontenible
Es verdad que en ella mora la hermosura
Y que en sus ojos la niñez se quedó atrapada
Es verdad que en su risa lúdica 
Yace el encanto de mujer seductora
Pero también es cierto
Que en su alma soñadora
En su corazón bravío que ama y se entrega
Arde la nobleza con el frenesí de sus pasiones inconfesables
Yo la quiero
Ella sabe que la quiero 
Como solo quieren los malqueridos
Pero yo la quiero porque al final de cuentas
Yo también me quiero y ella es mi anhelo
Este día que amanece con el júbilo de las primeras veces
Ella que es mi cielo viene al oficio
De las ceremonias del alma y del cuerpo
Y yo he alzado altar a su nombre
Y sobre el fuego de la ofrenda he colocado
Los suspiros de mi pecho
Los besos de mi boca
Y los desafueros de la otra cara del cariño

Este día, en su lecho, sobre su cuerpo
Gota a gota me disuelvo…

sábado, 8 de julio de 2017

La muerte irreversible del olvido

A veces siento en la frente y de manera tan palpable la notita de la muerte en la que se me informa que mi turno se acerca. Por alguna razón siempre que pienso en la muerte asocio su significado al del olvido. Creo que —me parece que alguien ya lo dijo antes— el olvido es la muerte definitiva, la irreversible, porque mientras alguien te recuerde, y alguien te nombre, vivirás todavía en esa persona por ese instante.
Todo el mundo tiene permiso de olvidarme, pero yo como un ser agradecido con la oportunidad de haber vivido estoy en la obligación de poner en marcha mi poder de supervivencia, aún en contra de la muerte irreversible del olvido. Por eso de cuando en cuando escribo anécdotas aleatorias, no por ti, que, si me lees, hombre, muchas gracias, sino por mí y por hijos, por mis nietos, que a la larga ellos también me van a olvidar, pero un poquito más tarde que los demás; pero yo moriré intentando inmortalizar mi nombre (porque le tengo miedo a la muerte, y al olvido).
Hoy estoy pensando en la muerte y como siempre ocurre me ha envuelto el olvido. Por un momento he olvidado que sigo vivo.