viernes, 29 de enero de 2016

Las mujeres son como el agua

Raya el alba
Y salta ella alegre
Con el brillo del sol matutino en sus mejillas
Es arroyo cristalino que corretea lúdico entre los breñales
Y es una dicha, una conmoción, contemplar ese milagro que prevalece 
Ascendiendo al paso de las horas
Hasta convertirse en río portentoso de riberas frescas y fecundas
Donde bulle la vida, y nace el erotismo de los mancebos
Que intentan zambullirse en su fuente cálida y olímpica
Entonces llega la metamorfosis
Y he ahí que puede ya manifestarse al mediodía como una playa de océano reposado
Inmenso y reposado
O como abrupta bahía que pugna
Por derrotar la sólida voluntad de la tierra
De modo que ambas manifestaciones son respectivamente capitulación anunciada y presagio de una derrota tras la batalla
Por lo que al llegar la tarde algunas son estanque de vergel que ostenta nenúfares floridos
Y otras, agua rumorosa de fuente de paseo de enamorados que se prometen la vida y se disputan el último "teamo"
Entonces cae la noche y algunas reposan alimentando la tierra con su aliento venerable
Lejos ya de los primeros saltos de aquella mañana
En tanto que otras flotan en silencio arrastrando los jirones de su gloria ancestral,
Tan dignas como un daguerrotipo epicospal
No obstante, pese a permanecer o consumirse, cada una lleva en sus esencia el flujo de la vida que las ratifica como aliadas de la Providencia

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